domingo, 18 de abril de 2010

El infierno son los otros.

Juan Rulfo y Jean Paul Sartre unidos, compartiendo un mismo infierno ¿y yo? Yo los acompaño y me encuentro frente al papel en blanco, frente al cadáver ya putrefacto de mi propia conciencia, ante esta soledad tan honda de estar acompañado; me enfrento quizá al ensaño más difícil que mi corta experiencia me ha traído, pero no por falta de puntos comunes sino por la complejidad de los textos en cuestión. Por un lado tenemos “A puerta cerrada” quizá el texto claro pero a su vez sumamente complejo, este texto marca una de las teorías más importantes y cruelmente reales de Sartre: El infierno son los otros. Por eso no encontramos textualmente con hombres (un hombre y dos mujeres) que se encuentran encerrados en una habitación, en la que al principio se descubrirán ignorantes de su condición de muertos y lentamente aceptaran que el espacio en el que se encuentran es el mismo infierno. Repletos de un calor sofocante nuestros personajes esperaran la llegada del látigo, de la piel que se desprende, de la violación y el dolor, sin embargo lentamente descubrirán que no es el castigo físico el que les espera sino uno peor, aquel que encerrara los peores sufrimientos: el eterno martirio de estar acompañado, de saberse observado, escuchado, quizá desnudo frente al otro.

La complejidad del texto yace no solo en esta tesis que se plantea sino en la descripción de los estadios psicológicos que los personajes atraviesan en este infierno. Se puede observar como a su llegada pasan por un estado de negación, quizá de ignorancia, a la espera de que su presencia en ese lugar se debe a algún error, sin embargo al pasar el tiempo entrarán a una especie de aceptación acompañada de un supuesto aislamiento de su alrededor. No tardarán en descubrir la inutilidad de sus actos, puesto que es irrefutabl:, la compañía de los demás está ahí para martirizarle.Entonces los personajes aceptarán su papel de verdugos para castigar al otro con plena conciencia por la eternidad. Mas la complejidad de este texto no se detiene aquí, también se descubre el otro martirio, el del recuerdo, el de la conciencia de que todo continua, el de el descubrimiento del dolor que hemos dejado tras de nosotros.





El otro texto al que nos enfrentamos es la nouvelle “Pedro Paramo” de Juan Rulfo, la cual tiene dentro de su estilo narrativo una composición bastante más compleja, repleta de saltos en el tiempo, diferentes narradores y situaciones fantasmagóricas que hacen de este texto un algo confuso que se entremezcla con el caos. Es sin duda alguna una diferente versión de lo que es el infierno que con todo encuentra vínculos sustanciales con Sartre. En este texto se encuentra de nuevo el elemento del recuerdo y de los otros como figuras espectrales que se encuentran en una ignorancia parcial de su propio destino, uno de los protagonistas el hijo de Pedro Paramo viaja hasta estas tierras para morir, para encontrar la penitencia de sus actos, para encontrar su infierno que es el recuerdo, el recuerdo de los otros, y en esta ocasión los otros no son entes extraños sino familiares, que condenan, denuncian y se quejan, que conocen el pasado y crean el vinculo entre la vida y la muerte. Sera por medio de los otros que entenderemos al personaje Pedro Paramo, que nos daremos cuenta porque su muerte trajo al infierno a Comala, para convertirlo en un lugar árido y caliente, un lugar donde el eco de los difuntos será nuestro martirio, porque ese eco es nuestro propio eco, el eco de nuestros actos recitado por otros, siempre condenando.



En fin, las lecturas a estos textos pueden ser múltiples pero el acercamiento (creo yo) más claro, es la concepción del infierno, de la muerte. ¿Qué será peor castigo que el saber que aquellos que nos rodean serán nuestros verdugos?

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