viernes, 18 de junio de 2010

Al día siguiente no murió nadie



Esta vez todos los nombres
están para llamarte,
para cobijarte entre las paginas
y en el eterno olvidar que es la memoria.

No hay Lisboa,
y la ceguera es permanente.

Esta vez, al levantar la vista rumbo al cielo,
no hay luz que inunde las pupilas, 
no hay viajes ni elefantes,
ni Cristos que recen por nosotros:

Solo tu cuerpo ya inerte
donde las palabras viajan hoy hasta posarse,
donde las comas se amontonan y aglutinan
y la muerte
-¡Oh esta muerte puta!-
descansa junto a tu cama.






En homenaje al Maestro José Saramago y este poema que no acaba.

2 comentarios:

SELKET YHAY dijo...

Hermoso u.u ...

Susana Castañeda Esquinca dijo...

Me encantó este homenaje, Realmente hermoso!!!