lunes, 15 de febrero de 2010

El primer 14 de febrero


(A Karla)


Sus ojos abiertos me hicieron saber que el día de ayer seria uno de los mejores días de mi vida; nada tiene que ver con la parafernalia "consumista" que representa, nada tiene que ver con los conceptos mágicos que surgen de las rosas y las tarjetas románticas, nada tiene que ver con esos cuerpos suculentos y piernas abiertas que caminan por doquier, es algo mayor, algo que solo se vislumbra a través de sus ojos abiertos, destellando, limpios como el amor y las horas, que crean pasado y futuro, unos ojos por donde caer al precipicio y volar.

Decidimos disertar sobre el verdadero concepto del amor: intentaba explicarle que va mas allá de la magia o la obligación, que se siente no solo como una chispa inexplicable, si no como una entrega constante, como un oficio; amar es la decisión diaria de tener fe en lo inexplicable y aun así entregarse completamente; su argumento fue, sin lugar a dudas, mucho más profundo, más hermoso, casi religioso: Soy tuya –me dijo-; soy tus tierras y espero con ansias, día con día, a que las trabajes, que recojas tus frutos y arranques las yerbas; yo soy tu tierra, y tu mi campesino y día con día te espero.

Así, sus ojos permanecieron como dos soles amplios y vibrantes, y las horas pasaron. Nos encontramos discurriendo entre las calles, en busca del contacto con dios, y encontramos a Lorca y a Sor Juana postrados sobre el pavimento, esperando el poema; saludamos nuestro retrato perdido entre la gente, hecho de madera, cargando libros, un retrato cubierto de polvo que alguien mas amaba: más palabras, más y más palabras y después un rapto, un rapto hasta mis piernas, hasta un atardecer, hasta el dulce y el retorno a esos ojos repletos de esperanza.

Al final, cansados, nos recostamos en aquel sillón donde la falta de espacio obliga a nuestros cuerpos a permanecer unidos y así, agitados, sentimos la seguridad de nuestros brazos entrelazados, y suspiramos: suspiramos al recordar lo vivido, suspiramos lo poemas y los libros, suspiramos el sexo y los besos, suspiramos la sangre, las promesas, suspiramos agotados, suspiramos de entrega, de rendición, de sueño. Suspiramos rítmicamente hasta quedarnos dormidos, con la certeza que mañana habrán florecido las semillas que hoy hemos plantado, y que el poema aun no se deja de escribir.

Hoy lo supe: Amor son sus ojos amplios e infinitos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

hermoso!!!

Leslie Hafsun dijo...

De un humano enamorado. Me encantó.

Maine dijo...

haaay que lindura!

Anónimo dijo...

Joder eres excelente, como lo haces???????

atte. Yo

Sergio David Lara Castañeda dijo...

Yo, que no eres yo si no tu:
Gracias.