miércoles, 20 de octubre de 2010

Cita a ciegas

Juan se sentó y saludó a una mujer de la cual apenas conocía el nombre. Cuando, una semana atrás, vio el mail de Maria anunciando que había arreglado una cita a ciegas para él, jamás pensó que resultaría de esta manera. El correo no mencionaba más que tres cosas: el lugar, la hora del encuentro, y, por supuesto, el nombre de la señorita. Así, cuando Juan se sentó en la mesa, dijo el nombre de Valeria como si la conociera de hace mucho tiempo. Las cosas sucedieron con una rapidez y naturalidad inesperadas. Valeria lo recibió con un beso en la mejilla y ordeno un plato de sopa. No llevaban mucho tiempo en la mesa cuando ella se levanto, lentamente pero sin dudar, y, con la cuchara que estaba a un costado del plato, desprendió los ojos del rostro estupefacto de Juan; después susurro ha su oído: "estamos listos para empezar". Así, tanteando sobre la mesa, Juan encontró la copa de vino y tomó un generoso trago.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen cuento, señor poeta!!!

Susana dijo...

Excelente cuento, me encantó (para variar) Otro género por presentar a tus ávidos lectores. Felicidades!!! regálanos más.

Anónimo dijo...

Maravilloso cuento, es lo que muchas veces nos pasa al conocer a alguien de quien nos enamoramos al pasar tan sólo unos segunodos con aquella persona.

Es muy hermoso y al mismo tiempo lamentable q pase eso