Después de un arduo esfuerzo logro acabar Tokio Blues un bellísimo libro de Haruki Murakami y me doy cuenta que siempre hay un libro que nos espera para recordarnos lo que se nos escapa, pongo por millonésima vez a café tacuva y pienso en lo que se ha ido las amistades y la inocencia, tanta cobardía que avergüenza: me doy cuenta que no he escrito nada desde hace semanas, tengo miedo que después de tantas promesas aquel amor maldito me haya abandonado y la poesía no se acueste más en la cama esperando que le recite versos que simulan aquella flor que es hermosa por un instante y después marchita…como la soledad de no escribir.
Me meteré a bañar y quizás sueñe que Paulina he imagine que al final, regresare a los libros y a la poesía, y podre ver la cama y recitar.
¿Acaso dios nunca muere?... después de todo este mundo infinito se acaba en la pagina 367…
No hay comentarios:
Publicar un comentario