sábado, 27 de noviembre de 2010

Un sueño


Me gusta manejar cuando la oscuridad se abalanza sobre la autopista y sólo queda ese resquicio diminuto que los faros iluminan. Veo pasar la interminable línea intermitente y pienso en muchas cosas. Veo, de pronto, como tu cuerpo se dibuja en la distancia. Los carriles de la autopista se convierten en tus dos piernas y la oscuridad -siempre negra, siempre profunda- semeja tu sexo terrible, al que me dirijo sin titubeos. Entonces me doy cuenta que algo crece dentro de mi pantalón. “No puedo seguir así” me digo y tomo la decisión de llevar mi mente a otros parajes; sin darme cuenta, la idea me golpea: estoy solo.

Me despierto agitado y siento tu cuerpo junto a mi. Te abrazo y vuelvo a cerrar los ojos.

(Sé que llevo un tiempo sin publicar, pero he estado muy ocupado. Espero que les guste.)